La respuesta científica a la felicidad y la tristeza

A pesar de su experiencia al laboratorio del buscador que domina los adelantos tecnológicos más importantes del mundo, Mo Gawdat se propuso hace doce años de encontrar el algoritmo de la felicidad siguiendo uno de los propósitos de Google. ‘En el corazón de Google se encuentra la idea de que no estamos interesados en un producto, sino en resolver un problema’, dijo ante un auditorio donde había inquietudes tanto tecnológicas como espirituales.

‘Empecé a hacer una investigación sobre la felicidad, analizando centenares de libros y documentales, pero los términos que usaban para explicarlo no los entendía’, confesó.

La ciencia y los estados de ánimo

Así pues, el método empezó de manera cuantitativa. Cogió noventa y dos momentos de su vida en que se había sentido bien –escuchando música, estando con gente que estimaba, comiendo, etc.– para encontrar cuál era la línea de tendencia. Este primer procedimiento no daba resultados concluyentes. Finalmente, encontró la variable que lo explicaba todo: las expectativas. ‘Cada vez que te has sentido bien ha sido porque se han cumplido tus expectativas, y al contrario’, dijo para explicar tanto la sensación de felicidad como la opuesta, la infelicidad. ‘No es el hecho lo que te hace feliz o infeliz, sino la relación de este hecho con las expectativas.’ Esta conclusión lo llevó a descubrir que el cerebro era capaz de generar mensajes contradictorios y, por lo tanto, abocar la humanidad al conflicto.

La muerte de su hijo Ali debido a un error médico, en 2014, fue el desencadenante que puso a prueba esta investigación y que lo hizo decidir a ir abandonando progresivamente algunas tareas en Google para dedicarse a perfeccionar su algoritmo y extenderlo por todo el mundo. El mensaje es sencillo: ‘Tu cerebro te habla y esto marca la diferencia’, explicó. ‘Desde el punto de vista científico, la infelicidad es el acontecimiento más estúpido del mundo. Si es el cerebro que te habla, aprende a coger las riendas y, si hace falta, pon un nombre para diferenciarlo de ti mismo. Yo le puse Becky.’ Mientras sentía esto, el público se cuestionaba si esta fórmula no era una receta más de un gurú en un mundo demasiado individualista.

¿Se puede calcular un algoritmo de felicidad?

Pero el ingeniero sitúa el algoritmo de la felicidad al mismo nivel que otros proyectos que representarán un cambio de paradigma radical, como los coches sin conductor, las famosas Google Glass, el proyecto Loon –que presta servicio de internet por medio de globo a la estratosfera–, cucharas antitemblor para pacientes con Parkinson y redes neuronales para el reconocimiento de voz y la visión artificial.

Mo Gawdat, que de ahora en adelante se dedicará exclusivamente a difundir su libro El algoritmo de la felicidad (Zenith, 2018) por todos los continentes, ha pasado buena parte de su carrera en tres de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo: IBM, Microsoft y Google.