Adicción al porno, ¿es peligrosa?

El ser humano ha vivido un último gran siglo en lo que a salud se refiere. La esperanza de vida ha aumentado de forma exponencial en todo el mundo, gracias a los nuevos adelantos técnicos y científicos. Hoy por hoy es habitual que una persona sana pase incluso de los 100 años, y las novedades siguen dándose, con la vista puesta en aumentar aun más esa edad. Los tratamientos son cada vez más efectivos, incluyendo aquellos para enfermedades incurables. La sanidad pública se ha convertido en un derecho clave para todos los pueblos del mundo, que pelean por ella día a día. Y sin embargo, estamos más expuestos a problemas y enfermedades que nunca. No es casualidad que en esta época tan caótica, los problemas mentales y trastornos psicológicos estén cobrando un gran protagonismo. Es la consecuencia del mundo interconectado, veloz e implacable que hemos creado a nuestro alrededor, y del que no podemos escapar por más que queramos. La vida no es más sencilla en estos tiempos, a pesar de ser, sobre el papel, mucho más cómoda.

El estrés y la ansiedad suelen darse prácticamente en todos nosotros, en algún momento puntual de nuestra vida, o enrocarse como problemas habituales. La depresión, uno de los trastornos más complejos de analizar y curar, también ha aumentado exponencialmente, incluso en niños y jóvenes. La gente no se plantea el por qué de estos aumentos, no lo achaca al entorno y al ritmo de vida tan asfixiante que llevamos. Y si lo hace, piensa que con un par de libros de autoayuda bastará para soliviantar problemas que pueden llegar a ser realmente graves. Darles poca importancia es uno de los factores que hacen que empeoren, igual que ocurre con las adicciones. Hemos llegado a un punto en el que casi las consideramos un mal menor, siempre que no provoquen algo realmente grave. A nadie le preocupa que su amigo beba de más hasta que tiene un accidente con su coche. Nadie quiere decirle nada a su padre por fumar un paquete de cigarrillos al día, hasta que le ve en la UCI por problemas pulmonares. Las adicciones también son una consecuencia de ese estrés y esa ansiedad que vivimos casi todos los días, y las nuevas tecnologías no han hecho más que potenciarlas, como ocurre con el porno.

El porno, al alcance de todos

Hay adicciones de todo tipo, aunque la gente solo piensa que están relacionadas con las drogas o con sustancias ilegales. La adicción al deporte también existe, como la adicción a cierto tipo de comida, o al uso del teléfono móvil. El concepto de adicción se refiere a quedarse enganchado a algo, una práctica normalmente, porque nos genera una sensación de bienestar a través de la dopamina que desatamos en el cerebro cuando la llevamos a cabo. La dopamina es la hormona de la felicidad, y al sentir ese chute en nuestro cuerpo, el cerebro recoge que eso que hemos hecho es algo bueno, muy  positivo. Ocurre con el sexo, por ejemplo, e incluso con la comida. Por eso es tan fácil engancharnos a esas cosas que nos hacen felices, especialmente en épocas donde estamos más necesitados de chutes de dopamina.

El porno también genera este efecto, al tener que ver directamente con el placer sexual. Aunque sea en solitario, buscamos la excitación y la satisfacción de esos deseos sexuales a través de estas imágenes explícitas, de la misma forma que lo hacemos cuando estamos con otra persona. Antes, el porno era mucho más complicado de conseguir, especialmente para los jóvenes, que tenían que tirar de revistas ajadas o vídeos de poca calidad en VHS. Internet lo cambió todo, poniendo al alcance de cualquiera, sea cual sea su edad y origen, todo el porno del mundo a un solo click. Esto ha cambiado también la manera en la que se consume este contenido, y cómo afecta a nuestro cerebro y a nuestro cuerpo.

Ficción vestida de realidad

Las películas siempre son un género de ficción que refleja una realidad más o menos cierta, pero exagerándola, o contándola desde un prisma muy concreto. Incluso el género dramático, el más realista de todos, tiene también sus propios resortes de ficción para generar conflicto, tensión, etc… El  porno no deja de ser cine, al fin y al cabo, tanto por su formato como por su ejecución. Es realista en el sentido de que lo que ocurre ante la cámara está pasando de verdad, pero por supuesto, esas situaciones que generan el acto sexual no son precisamente cotidianas. El porno busca subliminar nuestro deseo y excitarnos a través de situaciones muy morbosas, que generan una fantasía en nosotros. Cuando llega el momento de la verdad, los polvos nunca son como en estas películas. Por eso  uno debe tener muy claras las diferencias entre realidad y ficción.

Problemas de adicción al porno

El problema viene cuando el porno llega a personas jóvenes que todavía no tienen experiencia en el sexo, y se convierte en su única vía para conocer todo lo relacionado con ese tema. Es como si un crío de 12 años pensase que ya entiende cómo es la guerra y que puede manejar armas de gran calibre solo por jugar al Call of Duty. Las mentes de estos jóvenes están todavía en un proceso de generación y madurez, muy abiertas a estímulos. Cuando algo tan intenso  y explícito como el porno llega a ellos, y descubren también la posibilidad de masturbarse con esas imágenes, la situación se puede volver compleja. No es extraño que se de adicción al porno en chicos menores de edad.

¿Cuándo podríamos considerar que uno tiene adicción al porno? Al contrario de otras adicciones, esta no viene recogida en los manuales de psicología o psiquiatría. Lo más parecido es la adicción al sexo, aunque normalmente se contempla como un deseo exacerbado por tener relaciones completas con otras personas. El porno puede llegar a afectarnos no solo en la manera en la que nos enfrentamos al sexo, una parte muy importante de nuestra vida adulta y de nuestra salud mental. También supone un obstáculo si ese deseo de ver porno es la única forma que encontramos para excitarnos. Personas adultas, con experiencia sexual y parejas estables, sufren adicción al porno porque no saben canalizar sus deseos ardientes de otra manera. Cuando el problema afecta a nuestra vida cotidiana, tanto sexual como personal, es el momento de tomarnos en serio dicha adicción.

Cómo solucionarlo

El primer paso, como siempre se dice, es darnos cuenta de que tenemos un problema, y  darle la importancia que realmente tiene. El porno puede obstaculizar nuestra vida sexual, puede suponer un límite para nuestras relaciones personales y afectarnos de muchas formas que solo podemos intuir al principio. Si no somos capaces de dejar de ver películas de este tipo para excitarnos, si estamos todo el día pensando en esas escenas explícitas, tal vez deberíamos acudir a un especialista. Los sexólogos suelen ser una buena alternativa para este tipo de temas más personales, ya que también se encargan de estas adicciones. Entender la raíz del problema, de esa necesidad, será crucial para poder cortarla y disfrutar del porno y el sexo de una forma realmente sana.